De cara, a nuestra mejor cara

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Todos alguna vez tenemos la clásica fiesta familiar, esa que una vez al año reúne a los Sanchez, a los franceses inmigrantes, a los forzosos Vascos que siempre hacen sus fiestas con grandes comidas y bailes, fiestas a las que por lo general, nadie quiere faltar.

 

Y ahí estamos, año tras año, a veces nos decimos que deberíamos irnos de vacaciones, tomar un descanso, dejar esa rutina de años de esta fiesta, porque tal vez nos hemos acostumbrado tanto, que ni siquiera sabemos bien porqué una vez más, decimos presente.

 

Y ahí vamos, dispuestos a encontrarnos con esa gente que a veces vemos tan solo una vez al año, y como si nos hubiéramos visto hace no tanto, el abrazo, el estrechón de manos y la charla mundana, de la familia, el trabajo, los proyectos, los hijos y las circunstancias de la vida y el país, nos encuentran otra vez y la imagen se repite nuevamente.

 

Están los otros, esos que en realidad te cruzas más de alguna vez al año, en un remate, en una jornada a campo, son los que tildas de amigos, aunque a veces las relaciones, no pasen más que la de compartir algún viaje o tal vez, una simple tarde, donde las distancias, las charlas casuales nos marcan que la relación, es algo más que la de un simple conocido.

 

Para los ganaderos, eso es Palermo año tras año, el lugar para encontrarse, el sitio donde un montón de amigos, cercanos y apasionados de lo mismo, nos invita a reunirnos, a compartir con esos “parientes” de la ciudad y del campo, porque muchas veces allí, están ellos, los que no tienen que ver con el rubro y sin embargo, van hasta la Rural porque saben que allí estaremos y será un buen momento para encontrarse.

 

Año tras año la reunión se renueva, serán las filas con sus cabañeros y animales, la matera de los más vaqueros, de esos que van allí como quien mira vidrieras en el shoping, habrá muchos productos con ganas de comprar, de conocer, de imitar, “por que no?” a la hora de introducir genética en un rodeo. O será el momento, de visitar los proveedores anuales, los laboratorios, las consignatarias, la venta de maquinaria, implementos y otros, conocer las últimas novedades de lo que pueda existir a la hora de avanzar un paso, sabiendo siempre que este negocio en “pesos oficiales además intervenidos”, es un vivir cuesta arriba, pero siempre con los sueños intactos, esa suerte de porfía sin sentido, que significa invertir en este país a dos-tres o cinco años, la más timba de todas las timbas, a eso nos llevan gobiernos como el actual, rifando realidades, cuando el mundo una y otra vez, nos pide coherencia, algo que hace rato no vemos por estos pagos.

 

Ese mundo que viene a Palermo, basta con buscar en alguna tribuna o en algún pasillo, algún sombrero grande y unos mostachos, esos que muestran siempre “Yankies y Mexicanos”, donde seguramente los veras en yuntas o más, o darte vuelta para encontrar algún vecino Uruguayo, mateando solo, con su boina y su mate que pocas veces se convida, pero que siempre tiene “un canto en la voz” que nos invita, nos amiga y nos iguala. Y está el otro mundo, el de los caballos, el de los criollos, el de las peñas, el de mucho, pero muchísimo interior, que se siente bien fuerte por la Rural.

 

Palermo es siempre el lugar donde todos queremos estar, aunque a veces nos de cierta “modorra” , más aun quienes no hace mucho más de un mes, estuvimos varias jornadas de pista, transmisiones y mundo ganadero. Pero esta es la fiesta grande, la que toda la familia dice presente, la que nos pone todos los años de cara a la mejor versión que podríamos tener, si los políticos no fueran Argentinos, si la sociedad no estuviera tan influenciada, si la economía no estuviera tan enferma. Palermo, es la foto de lo que deberíamos ser, con la mejor ganadería del mundo, con la más avanzada tecnología en genética y en agricultura, Palermo, es nuestra mejor versión Argentina, del saco inútil que tenemos puesto, que nos ata constantemente a ser mediocres y no despegar, para ser lo que fuimos, lo que deberíamos ser y por ahora, no nos dejan “seguir siendo”.

 

Palermo es la perfección, es ponernos año tras año, frente a nuestra mejor realidad y sin embargo, a veces, la seguimos negando. Por eso, más allá de alguna duda, de alguna que otra vuelta hasta estar allí, Palermo será nuestro lugar de volver a encontrarnos, con vos, con ellos y con todos.

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