Con las últimas décadas del siglo pasado comenzó una modernización de las prácticas costumbristas de nuestra cultura. Los valores fueron modificando su escala de medición y la consideración del respeto sufrió una tergiversación en su fórmula. Varió desde la vestimenta hasta la charla coloquial, pero la cultura necesita nutrirse para no desfallecer y toda mutación tiene un proceso de maduración.
Gauchos eran los de antes… y los de ahora también. Con ritmos metálicos que salen de baterías eléctricas y poco tienen que ver con la querida guitarra criolla, los nuevos cantantes reivindican el quehacer del paisano con rascadores, bajos, trompetas y un sinfín de arreglos que consiguen elevar el nivel de la composición original a un umbral popular, alineándose a los nuevos tiempos que corren.
Esto se ve a menudo en la Fiesta del Reservado que anualmente organiza el Club de Pesca de Pigüé. Los reconocidos cantautores, defensores de una estirpe pura, se entremezclan con los nuevos valores y el resultado es uno solo: hay público para ambos casos y los dos obtienen el cálido aplauso de sus simpatizantes.
Ese mismo ejemplo se repite en la mayoría de los festejos populares y la Fiesta de la Colmena no fue la excepción. El domingo, la Comisión del Jardín de Infantes demostró que la tradición de trabajar ad honorem por una institución no claudica con el paso del tiempo. Las personas pasan, pero las férreas voluntades marcan el rumbo que se debe seguir para lograr el objetivo final.
Sin embargo, no todas las tradiciones cambian para bien. No todos aceptan los giros que da la vida o en este caso que citaremos a continuación, la política. Se entiende que las comunidades aborígenes son los primeros pobladores que tuvo la tierra, pero al momento de legalizarse un Estado todos deben acatar lo que la justicia dictamine. Empero, esta posición que debería darse de manera natural, en el caso particular de la comunidad Mapuche no es así. La gran mayoría escoge la vía del entendimiento y una minoría el recurso del enfrentamiento. Es así que llegamos a un pelea feroz, donde los que se auto adjudican títulos que no tienen sustento legal, buscan constantemente el choque con las fuerzas de seguridad. El resultado es un mapuche muerto y el conflicto no terminará en breve.
La contienda está asentada en un solo punto: el cambio de gobierno. Ahora los recursos y dádivas se cortaron porque todos son iguales ante la ley. Se acabó el dinero para criminales que se disfrazan de nativos y la cárcel debería ser su nuevo terreno santo. Los asesinos enlodan el espíritu que los ancestros supieron forjar en las generaciones futuras, logrando confundir a la sociedad.
Los cambios siempre son difíciles en los comienzos, pero a todos se le debe poner una buena parte de convicción, esfuerzo y positivismo para que terminen de la mejor manera posible, aunque algunos no lo entiendan de esa manera. ¡Hasta la semana próxima!.
Escribir comentario