Por el senador David A. Hirtz
Nos hallamos en la finalización de un año absolutamente atípico. Único. De características tales que ningún habitante del planeta con vida hoy ha conocido. En consecuencia cualquier mensaje de fin de este año debe ser necesariamente distinto también. Los edulcorados buenos deseos que siempre nos prodigamos para Navidad y Año Nuevo merecen esta vez otra consideración.
Tal es la excepcionalidad de la situación que afrontamos, que hemos aceptado voluntariamente y con gran responsabilidad restricciones a nuestras libertades más elementales: circular, trabajar, viajar, visitar a nuestras familias, reunirnos. También en esto vivimos un escenario inédito que transformó algunas medidas de emergencia en una suerte de estado de excepción casi permanente.
Como es inédito también el escenario social y económico que el país transita. Veníamos de una situación económica compleja pero la pandemia, la cuarentena y ciertas decisiones nos llevaron en menos de un año a la histórica marca, según los datos estadísticos de la Universidad Católica Argentina, de que uno de cada dos argentinos estará en situación de pobreza ya que la caída récord del Producto Bruto Interno nos coloca en una situación de ingreso equivalente a la de 1974. Es decir casi medio siglo sin crecimiento.
Por eso lo primero que creo necesario es expresar un agradecimiento profundo y sincero a todos los que nos cuidaron: responsables de salud, seguridad, voluntarios, bomberos, de gestión política en cada localidad y región.
Lo siguiente como hacemos habitualmente al desearnos un próximo año próspero y feliz es hacer alguna consideración para que efectivamente apuntemos a tener esa felicidad y prosperidad.
Y en esto creo imprescindible que todos, comenzando por quienes tenemos responsabilidades públicas, acordemos que a situación de emergencia corresponde la adopción de medidas surgidas del consenso. Que rompamos esta fatídica tradición de ser expertos en desperdiciar oportunidades, que estemos todos convencidos que un fuerte respeto a los valores democráticos con crecimiento económico deben ser objetivos a compartir absolutamente.
Para ello y como aporte al debate para el nuevo año me animo a plantear una posible agenda de mirada al futuro: La necesidad de un Pacto Federal, que se dé entre las provincias y la Nación pero también, con los municipios avanzando en la tarea de mejorar las autonomías municipales. Recrear un Pacto Social para volver a recrear en el país la idea de la movilidad social ascendente. Y un Pacto Productivo de decidido apoyo a los sectores que generan producción y riqueza.
No parece tan difícil si sinceramente nos deseamos entre todos un 2021 mejor que este tan complejo, año que estamos dejando atrás.
¡Felices Fiestas!
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