MI hijo, el doctor

Por David A. Hirtz (senador UCR-Juntos)

En la primera mitad del siglo XX el autor y escritor Florencio Sánchez escribió una obra de teatro que se iba a transformar en ícono de época. “M´ hijo el Dotor” relata la vida de una familia inmigrante que tras llegar a nuestro país a “hacer la América” con gran esfuerzo y trabajo logra que su hijo acceda a la educación universitaria transformándose en el símbolo de orgullo familiar y dando nacimiento en el país a la imagen de la denominada movilidad social ascendente. Aquella que nos mostraba que nuestros hijos podían acceder a una mejor calidad de vida a partir del trabajo, el esfuerzo y las condiciones que el país les otorgaba.

 

Por estos días el neurólogo y científico Facundo Manes (candidato a Diputado Nacional en UCR – Juntos) ha recordado esta frase a partir de su insistente propuesta de modelo de país que vuelva a poner el esfuerzo, la ciencia, la tecnología, el estudio, el conocimiento, la generación de riqueza, como base esencial para la salida de la encrucijada social y económica en que la Argentina viene encerrada hace ya más de medio siglo.

 

En medio de una campaña con escasas propuestas y mucho twitt, Facebook y spots telegráficos, Manes aparece como una bocanada de aire fresco en la política nacional decidido a traer su prestigio profesional y social y arriesgarlo nada menos que en el resbaloso terreno político.

 

Insiste el neurocirujano que urge encontrar un camino común que ilusione a una sociedad que no soporta más ajustes ni incertidumbres generando un proyecto productivo y social que aliente a que podemos estar mejor, a que nuestro jóvenes en lugar de huir del país (como está ocurriendo en forma récord) vean la posibilidad de una mejor calidad de vida en la educación y el trabajo, que ponga en el centro del debate el desarrollo en una Argentina que ha probado todos los remedios, menos el camino del desarrollo sostenido.

 

A través de esta mirada es posible definir que hoy transitamos la era del conocimiento. No ha dejado de ser importante la riqueza que cada país tiene (minerales, cosechas, petróleo, suelos, mares), pero resulta hoy mucho más importante el nivel de cultura, educación y conocimiento que un país ponga en la mente de sus habitantes, porque allí radica el futuro y esa será en los próximos años la principal materia prima de quienes quieran integrar el pelotón de los países desarrollados.

 

Enfrentamos uno de los peores momentos de la vida histórica de la Nación. A un modelo económico agotado en su capacidad de crecimiento y desarrollo, se agregan amenazas al orden constitucional y la salud de las personas haciéndonos vivir circunstancias traumáticas consecuencia de una pandemia que por su extensión y mal manejo tiene altos costos humanos y sanitarios, pero también ha afectado nuestras relaciones humanas, nuestra salud mental, el conjunto de la economía y acelerado el creciente deterioro en la relación con el mundo.

 

Ojalá esta campaña para las PASO, pero esencialmente para noviembre, tenga por protagonistas a dirigentes que nos planteen propuestas y alternativas nuevas, creíbles y posibles. Argentina es un país especialista en despreciar oportunidades históricas. La paciencia y la fatiga de los argentinos está puesta a prueba y el sistema democrático está obligado a dar respuestas y generar expectativas creíbles.

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