En el Día Mundial del Microbioma, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires destaca la importancia de controlar y mantener en equilibrio los microorganismos que posee el cuerpo humano, sobre todo los albergados en el tracto gastrointestinal.
El microbioma es el hábitat que alberga a comunidades de microorganismos, tales como virus, hongos y bacterias, mientras que la microbiota comprende todos los organismos vivos que forman el microbioma. Existe el microbioma vegetal, el marino y el humano. Este último es el conjunto de todas las comunidades microbianas que residen en nuestro cuerpo y están distribuidas: en los tractos gastrointestinal, genitourinario y respiratorio, en las cavidades oral y nasofaríngea y en la piel.
El ecosistema microbiano del intestino incluye especies nativas que colonizan permanentemente el tracto gastrointestinal y una serie variable de microorganismos vivos que transitan temporalmente por el tubo digestivo. El intestino humano es el reservorio de bacterias más grande del organismo: su población microbiana incluye unos 100 billones de bacterias de unas 500 a 1000 especies distintas. “Si bien solemos darle a la palabra bacteria una connotación negativa, en el intestino hay bacterias ‘malas’ y bacterias ‘buenas’ que conviven en equilibrio conformando lo que llamamos microbiota intestinal”, aclaró Lucila Fagnani, licenciada en Nutrición (MP 6491), matriculada en el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.
En ese sentido, María Paula Bidegain, licenciada en Nutrición (MP 1090) y colega de Fagnani, acotó: “Las bacterias nativas se adquieren al nacer y durante el primer año de vida, mientras que las bacterias en tránsito se ingieren continuamente a través alimentos y bebidas”. “La relación del organismo humano con su microbiota intestinal es de simbiosis ya que el primero proporciona hábitat y nutrición, y la segunda contribuye de modo importante al funcionamiento normal del organismo”, explicó luego.
Por su parte, Fagnani aseguró que “cada vez sabemos más sobre el impacto de esta microbiota en nuestro cuerpo. Por ejemplo, interviene: en la modulación del sistema inmune; en la regulación del sistema nervioso, fundamental en el desarrollo del cerebro, el aprendizaje y la memoria; en la síntesis de vitaminas; y en la defensa del propio intestino al ataque de gérmenes patógenos, entre otras”.
Cuando esta microbiota se desequilibra, el intestino se inflama y se vuelve permeable, permitiendo que pasen a la sangre sustancias que normalmente no deberían pasar. Esto puede traer consecuencias en el propio intestino como así también en otras partes del cuerpo. “Hoy en día se relaciona a una microbiota disfuncional con enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, la depresión y la ansiedad”, señaló Fagnani, que agregó: “Además, se cree que tendría una gran importancia en el desarrollo de eczemas, rinitis, asma y alergias; en enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la diabetes tipo 1; y en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson”.
La microbiota se puede modular para bien y para mal. Así, hay diversos factores que pueden afectarla negativamente. Algunos comienzan antes del nacimiento, como es el haber tenido una madre gestante con sobrepeso. Otros factores son: la alimentación de los recién nacidos con leche vacuna o de fórmula, en reemplazo de la leche materna; el consumo de alcohol, de antibióticos y de antiácidos; el estrés; el sobrepeso y la obesidad; las dietas ricas en grasas y azúcares y carentes de fibra.
Dentro de los factores que la afectan positivamente y que contribuyen a la buena salud intestinal se encuentran: el nacimiento por parto vaginal; la alimentación de los bebés con leche materna; y la actividad física recurrente. La alimentación específicamente influye de manera inmediata en la composición de la microbiota intestinal, pero es la sumatoria de factores lo que permitirá sostenerlo a largo plazo. “Una alimentación rica en fibra, frutas y verduras, cereales integrales, proteínas mayoritariamente de pescado, ácidos grasos mono y poliinsaturados tendrá efectos positivos en cuanto a salud y a un desarrollo de microorganismos potencialmente beneficiosos”, afirmó Bidegain.
Asimismo, es importante el uso de probióticos y prebióticos. Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, ayudan a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal. Su uso deberá ser indicado por un profesional de la nutrición. Mientras que los prebióticos son carbohidratos no digeribles que actúan como sustrato (alimento) en el colon para las poblaciones bacterianas benéficas. Entre los principales alimentos se encuentran el puerro, el alcaucil, los espárragos, el ajo, la cebolla, la papa y el arroz integral.
De esta manera, el Colegio de Nutricionistas bonaerense, a través de las y los profesionales que lo integran, busca fomentar una buena salud intestinal que ayude, indirectamente, a promover un buen estado de salud general y la alimentación es un pilar fundamental para lograrlo.
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