Generación “x”, el gran interrogante

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

“Me vine renovado” me dijo Damián tras una jornada más de remates. De “a puñados” se acercaban los jóvenes a cargo del servicio organizado por la propia cabaña, donde hacían todo: apartaban, traían la hacienda, colaboraban con el servico, los pasteles y hasta la “barra” improvisada, en esto de que a veces un remate, tenga espíritu festivo, un condimento más para que una jornada de venta, sea un verdadero lugar de encuentro.

 

El relato de cómo estos jóvenes –algunos estudiantes de escuelas agropecuarios, hijos y amigos de la propia familia anfitriona- de alguna manera “energiza” estas cuestiones que tanto hablamos de cómo será un recambio generacional, que por optimistas que seamos, será por lo menos diferente, no hay manera de que las generaciones se repitan y se parezcan. Claro, alguno dirá que desde el campo se veían los edificios de la ciudad, eso implica cercanía absoluta con la civilización, conexión de red, internet y todo lo que significa, un campo que lamentablemente, es para ciudadanos de segunda, sin caminos, sin tecnología por falta de cobertura, sin servicios en la mayoría de los casos.

 

Hoy pensar en jóvenes que no puedan venir a diario al encuentro de sus pares, que no tengan la posibilidad de cursar en una universidad cercana, que no puedan meterse en un red por varias horas al día y que ni siquiera el wasap sea el nexo de vinculación, es directamente saber que no habrá juventud en el campo, es expulsarlos antes de que lleguen. Acá no hay lugar a evaluaciones, a críticas o a debates, es con conexión o no es, el mundo es hoy, cualquier otro pensamiento, atrasa, no hay democracia posible en esta idea.

 

El campo puede ser un gran nicho para los jóvenes, porque si hay algo que el sector necesita, son nuevas ideas, son conexiones que acerquen y achiquen la grieta social, entre campo y ciudad, esta última desconocedora de lo que significa producir, de la importancia que radica en que prácticamente todo lo que come y utiliza a diario, proviene del campo directa o indirectamente. Allí, en esa vida en redes, hay un puente perfecto para comunicar todo lo que durante años, el campo no pudo y los gobiernos se empecinaron en ocultar o deformar, si no fuera así, es imposible en un país cuyo mayor territorio son tierras y producciones, sea analfabeto total en materia agropecuaria.

 

Es cierto, que donde hay ganadería, suele haber más vida, es muy difícil que las redes, la tecnología y una simple recorrida, puedan dar vida a sistemas complejos de alimentación, de cuidados, de sanidad, de todo lo que implica convertir un ser vivo, en alimentos para una mesa. Pero también es cierto que la Agricultura con su enorme tecnificación, también atrapa a los más jóvenes, porque allí está lo último que el mundo civilizado ha creado, precisión, imágenes satelitales, datos contínuos, todo hace a una agricultura moderna, bien o mal –no cabe aquí la evaluación- cada vez son menos los de la agricultura rudimentaria, el sistema solo se encarga de dejarlos afuera por una cuestión de eficiencia y tecnificación.

 

Muchas veces quienes andamos en los remates, vemos que el recambio generacional es cada vez menor, seguramente quienes siguen en la sucesión, habrán escuchado por años las quejas de sus progenitores, el eterno mal trato y la desigualdad en cuestiones impositivas, de comercio, de tipo de cambio, de todo lo que hace a un negocio que en el mundo progresa económicamente y aquí desde quienes gobiernan, se empecinan por empeorar para que finalmente cualquier sequía o cuestión natural, termine dejando fuera del sistema a quienes en condiciones normales, jamás quedarían.

 

Por eso, entre las responsabilidades, también está el lugar que deben ocupar, en ese enorme acto de humildad, aceptación y grandeza que los más experimentados deben realizar –y acá son muchos los que no lo hacen, dejando lugar a que se equivoquen, aprendan y participen, sin eternizar el mando supremo que muchos tienden a sostener – en el campo, en los negocios y en la dirigencia-, sin largar las riendas de un negocio, que necesita imperiosamente el equilibrio de frescura y experiencia.

 

Uno de los grandes desafíos del sector, está en las generaciones que deberán tarde o temprano, ser la continuidad de todo lo que el campo, no pudo o no supo construir, entre ellos, política, poder, empatía y sobre todas las cosas, un lugar importante en la mesa de las conversaciones de cómo llevar adelante un país, que se mece una vez más al borde de su propio abismo.

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