Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
La sequía es angustiante, en el año el pluviómetro no alcanza los 300 mm, mientras que en los últimos 6 meses, ni siquiera se midieron 100 mm. Las cebada en muchos campos están casi para cosecharse, mientras que algunos trigos en no muchos días, darán su fin de ciclo, prácticamente dos meses antes de lo programado, sin rindes, sin calidad, sin cosecha. Mientras tanto, algún productor pelea con sus vacas en alguna calle que todavía tiene alguna “mata” dando vueltas y a fuerza de coraje, intenta llegar a las lluvias que parecen no venir nunca.
Marcelo es un productor más del difícil sudoeste. Con dos campos como para elegir en donde estar peor, divide sus rodeos entre Chasicó y Tres Picos, como para que no queden dudas que lo de Marcelo no es tan sencillo. Muchas veces ha intentado dar una mano, siempre está primero a la hora de una convocatoria, en la ruta, en las asambleas, o hasta para dar una mano en alguna escuelita cuando faltan cosas para los chicos. Nada de oficina, es más fácil encontrarlo en algún camino vecinal que en la casa o en el centro. Es de los que devoran kilómetros laburando y si bien es de los que no les va mal, a veces la paciencia tiene un límite.
El llamado es desesperante, granos no hay, descartes y rollos cada día más difícil de conseguir, por eso solo queda el balanceado como única salida, obviamente “al contado” y sabiendo que es solo para mantener, acá ganar hace rato dejó de ser una ecuación posible. “Tenes que sacar el Ruca y el Sisa, sino no te lo puedo mandar” dice del otro lado de la línea el vendedor, sabiendo que cualquier faltante de documentación, caerá en contra de sí mismo. Con las vacas casi en las últimas, con una sequía feroz, casi sin herramientas para la pelea, el pedido suena violento, es disparador de un ataque de furia, donde cualquier acto de agresión, debería ser justificado por cualquier juez como “moción violenta” creada, generada e incentivada por el estado, una burla a la miseria.
El productor cuenta hasta que los dedos no le alcanzan, en un acto de misericordia tras habérsela tomado con la madre del vendedor, acude a su contador, buscando una mano, alguien que le facilite por una vez las cosas. El llamado es para el arrebato final de furia correspondiente. “Marcelo, como estás? Necesitaría que cuando tengas un rato te vengas a la oficina. Así vemos la inscripción del Ruca, que me piden varios datos del campo o de última te voy enseñando, porque por ahí tenés que subir información escrituras, documentación y lo tenés que subir vos o mandármelo y vamos avanzando”. Marcelo piensa en sus vacas…vamos avanzando? Me están jodiendo? Tal vez –piensa para si- es más fácil comprar balas y elijo, algún funcionario o las vacas, pero tal vez –al menos lo piensa- en algún momento habría que elegir entre las dos cosas.
“Emergencia Agropecuaria” resume el estado cualquier condición, previo llenado de planillas, idas y vueltas, carpetas y casi una súplica, para que como en un acto de heroísmo político, te otorgue una “prorroga de pago de impuestos”. Claro, para eso Marcelo y mil más, hace 6 meses vienen malvendiendo hacienda para solventar los gastos. “Ojo” le dice el contador, “por ahí podemos pedir algún beneficio por venta forzoza”, a lo que Marcelo como otras mil veces moviendo la cabeza, sabe lo que significa “pedirle” algo a un Estado que solo se preocupa que sus Novillos no se paguen de mil pesos el kilo en el mercado.
Marcelo una vez más agacha la cabeza y sigue, pero sabe por dentro que tal vez, solo tal vez, algún día lo agarren con “un mal día” porque cualquiera puede tenerlo, por que tal vez ese día, discutió con la mujer, o su hijo no tuvo buenas notas o fue a cobrar un cheque y como en tantas ocasiones, vino rechazado. Tal vez ese día no exista, pero tal vez solo tal vez, “Bombita”, el de relatos salvajes, sea un ciudadano más que un día el Estado, lo “boludeo” en el día equivocado. Por eso tal vez, solo sea cuestión de suerte.
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