Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo
Desde 2019 tengo conmigo un pequeño libro que atesoro y no me canso de releer. Se trata de “Pensamientos”, del Padre José María de Arizmendiarrieta, y que me fue entregado en ocasión de mi visita a la Corporación Cooperativa de Mondragón, en el País Vasco.
Esta obra de 125 páginas recoge algunos pensamientos de este sacerdote que no sólo ayudó a curar las heridas espirituales dejadas por la guerra civil española, sino que, con su liderazgo asentado en la educación y el trabajo digno, transformó a la comunidad y le imprimió deseos de progreso constante. Su obra hoy se puede palpar en las cooperativas de trabajo que reúnen a más de 70 mil trabajadores en las áreas de finanzas, industria, distribución y conocimiento, con ventas en más de 150 países.
Como si estuviera hablándoles a los argentinos de hoy, a los políticos y artistas que dejan una diarrea de palabras para cuidar su propia caja recaudatoria y sus privilegios, en el capítulo Utopía y Revolución, el Padre de Arizmendiarrieta deja un mensaje claro, indicando: “Precisamos de la revolución basada en el trabajo y no en los mitos; hemos de conseguir la unión, apoyada en la verdad y nunca en la mentira, la hipocresía y el error. […] La revolución económica será moral o no será. La revolución moral será económica o no será […] Un pueblo no se genera sin historia ni se hace historia con histerismos. El pueblo ha de promover la salud y vigor físico y moral, y lo hará en la medida en que se vea obligado a actuar consciente y responsablemente mediante el conocimiento de lo que le interesa y le cuesta. No es lo mismo servirse del pueblo que servir al pueblo”.
En el capítulo Educación, el Padre de Arizmendiarrieta deja su pensamiento, que bien vale para la Argentina actual: “Decimos muchas veces que debemos luchar contra las injusticias sociales, contra la explotación del asalariado, contra la acumulación excesiva de riquezas, etc., etc., pero ¿hemos comprendido que la principal servidumbre, la primera y más grave esclavitud es la pobreza intelectual?”. Y más adelante este cura vasco resalta: “El hombre o el pueblo que sea consciente de su dignidad, o no quiera estar a expensas ajenas o extrañas, tiene que promover ante todo el cultivo y el desarrollo de su propia inteligencia y voluntad”.
Hasta aquí algunos “Pensamientos” del Padre José María de Arizmendiarrieta recogidos en un pequeño libro y que conllevan sabiduría puesta en práctica y con creces en una comunidad. La educación permanente y el trabajo digno la transformaron, produciendo una onda expansiva en buena parte del País Vasco y en el mundo.
Hay que aprender de los buenos ejemplos, pero si nosotros, los argentinos, continuamos subidos al caballo de la ignorancia, de la ideología, del egoísmo sin sentido, no tendremos más destino que la permanente decadencia y la sumisión en la pobreza.
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