Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
Se fue otra oportunidad y se pasan…pero todos saben que el calendario corre y el tiempo se consume para que alguna de las tantas tormentas pasadas dejen definitivamente algo interesante. Cuántas pasaron ya? Cuántas que lo que hayan dejado en su camino no haya sido solo daños, vientos, piedras, voladuras y mucha pero muchísima tierra, traída de otros campos y seguramente, volada de los tuyos.
Escuchar teorizar realmente enoja, lógico que la mirada de afuera siempre tiene componentes no emocionales, una frialdad de cálculo que nada o poco tiene que ver con cada una de las decisiones que fuiste tomando y que las volverías a tomar, porque como siempre se ha dicho, “el diario del lunes es un diario que no dice nada, es solo para los de afuera”.
Querés que te cuente? No hubo verano 2023, no hubo otoño, no hubo primavera, no hubo verano 2024 y por ahora no hay otoño. Si claro, la teoría dirá que los verdeos dependen mucho del clima, pero si vos con ese calendario pudiste implantar una pastura, salvo que hayas tenido riego, la única que puede haber crecido es el Alóe Véra, el resto, están muertas. O si querés hablemos de agricultura, porque después de los no más de 1000 kgs promedio y un barbecho que hoy no tiene agua, no se con que pensas encarar el fertilizante o las semillas. Podemos debatir, discutir, teorizar pero hay una sola verdad irrebatible: sin lluvias no existe nada, o si te gusta la teoría, teoricemos: con menos de 350 mm en el año y mal repartido, la definición de cualquier bibliografía habla de desierto, por mucha cobertura, directa, orgánico, ecológico y sustentable que hagas, lo que seguro no está, es la palabra rentable. Después si, obviamente que no se te vuela el campo, pensaste en el futuro, el suelo está protegido, etc, etc, etc, pero plata, plata seguro que no hiciste.
Y qué sigue para adelante? Acá las pensamos todas, mientras vemos como con mucha lógica, se quejan los que se inundan, mientras vos rogas que alguna vez te pase, que se te llene hasta el tractor de agua, porque les dirás seguramente, “cuando te baja el agua, a los 10 días estás en carrera, acá por más que lluevan 50, me falta 1 mes para estar en marcha”.
Primero vendiste las vacías, después las terneras, después pagaste con la cosecha anterior los gastos de la cosecha errada y ahora estás pidiendo crédito o vendiendo a futuro lo que ni siquiera sabes si vas a poder sembrar. Claro que podemos teorizar, podes escuchar mil asesores que saben, que tienen experiencia, que han vivido muchas y que los estudios y ensayos han puesto mil variantes a practicar. Pero en todas hay un factor común, el llamado día “cero” que es el día donde todo comienza a funcionar, donde se puede programar, donde es comenzar a sacar las cuentas para lo que vendrá. Bueno, señores asesores, profesionales, idóneos, experimentados, el día cero nunca llegó y por ahora no tiene mucha “pinta” de llegar, por eso en estos momentos transitamos tierras desconocidas, son fuera de camino, tiempos de los que no se tiene prácticamente ni experiencia y donde las teorías lo más saludable, es dejarlas para otro momento porque aquí, realmente aquí, molestan y desagradan por caracer de eso llamado “empatía”.
“El día después de mañana” es no solo el título de una buena película a la hora de entender que las catástrofes, son una buena oportunidad para volver a comenzar. Por eso, el factor “fe” es un factor inherente a la producción y al ser humano mismo. Porque cuando todo se termina, cuando el bolsillo dice basta, en el momento que no hay más promesas, en el instante donde los pronósticos son solo un crucigrama para jugar mientras se termina el último mate de la tarde, cuando no hay más nada, solo queda eso, fe.
Hoy es un día donde gran parte de la humanidad, retoma esa fe, ese creer que hay un después de mañana, inclusive después de la muerte, eso es la Pascua. Hoy es el día del “Paso”, más allá de la muerte, más allá de la lluvia, hoy es el día de volver a creer al menos, por un día más.
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