Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
Nuestro amigo “el Profe” es un tipo simple, sin embargo en su cabeza hay una biblioteca en marcha, un compendio de libros estudiados, de “papers” leídos, de viajes realizados, pero sobre todo, una capacidad increíble de guardar frases y ponerlas en el contexto exacto, como quien pasea en un supermercado y sabe exactamente dónde está la góndola del producto que está buscando.
“Eficiencia significa hacer bien las cosas. Eficacia, es hacer las cosas que hay que hacer” citando a un tal Peter Drucker explica las razones de porqué a la hora de la siembra, no existe la mejor máquina, ni la más avanzada sembradora, “ni siquiera hay una certeza de que todo lo que existe, sea lo adecuado para el campo, el ambiente, el lote y la semilla que quieras sembrar. Por eso es un error hablar de maquinarias, en realidad son solo herramientas”, deja a la pasada abarcando con el concepto un montón de cosas sueltas, pero que en algún momento es bueno acomodar.
Es cierto, llovió y llegó ese día “cero” tan esperado, ese que nos permite comenzar a programar hacia adelante, ese que nos deja ver que si estamos preparados –difícil después de tanto tiempo de espera- las cosas son posibles, pero tenemos que tener muy claro –así como tenemos claro que sin nada de lluvias no hay mucho por hacer- con lluvias y tiempo a favor, si no hacemos bien las cosas, da igual, la lluvia solo tapa errores, si los tenemos los seguiremos teniendo y si no hacemos bien las cosas, seguirán de la misma manera. “Lo malo es malo incluso si todo el mundo lo está haciendo. Lo correcto, es correcto incluso cuando nadie lo está haciendo”, vuelve a disparar el profe derramando una realidad tan cierta como contundente.
Atrás quedarán las mil veces que el pronóstico pasó de largo, las lluvias que Eduardo Sierra dejó ver en sus previsiones climáticas, las tantas ocasiones que el pronosticador local prometió lluvias y qué decir cuando ni siquiera con radares, satélites, mapas, y toda la tecnología de hoy, nos llevó puesto una “Turbonada” que nadie supo ver y sin embargo, solo mirábamos la máquina, esa misma que “el Profe” denomina herramienta, eso es un pronóstico, es nuestro problema creer que nos va a solucionar las cosas. O acaso si arrojamos un fertilizante nos asegura una buena siembra, o si destetemos precozmente nos va a certificar la preñez? No, lo que sirve es el manejo y el uso de esas herramientas, ellas por si mismas no van a hacer nada. Ahí, es donde nace el asesor, el Agrónomo, el Veterinario, el Contador o quien nos permita usar las herramientas de la mejor manera y tal cual lo explica “el Profe, “si no nos gusta, si no nos sirve, si no existe, pongamos a funcionar la cabeza, tal vez haya que cambiarla, inventarla, crearla, o mejorarla. No hay que ir hasta Texas, acá en el barrio, un tipo que es Veterinario, terminó inventando un sistema de ruedas tapadoras que hoy se vende comercialmente”, ejemplificó.
Estamos ante un desafío constante, hay muchas miradas puestas en el campo, si funciona, si contamina, si deja huella, si exporta, si vende, si consume insumos, si paga impuestos, si les cobran retenciones, si le bajan aranceles, si aumentan la cosecha, si mejoran los rindes, si producen cáncer, si son solidarios, si especulan, si evaden, si crecen, si aumentan los valores sus productos, si generan inflación, etc, etc, etc. Como absolutamente ningún otro sector de la Argentina, tiene semejante “yunque” en la cabeza, a tal punto que hasta unos fundamentalistas cargados de ideología, acaban de estrenar una película –que pagamos todos- para denostar al sector, con un Agrónomo como protagonista puesto en el papel de judas. Argentos a la enésima potencia.
Tenemos todo para ser mejores, porque en definitiva todas esas presiones, solo nos permiten crecer, a pesar del clima, a pesar de los gobiernos y a pesar de una parte de la cultura social. Solo hay que usar las herramientas adecuadas, pero para eso lo más importante es mirar hacia atrás y jugando con un concepto del “Profe” respecto a “mirar la planta para aprender cómo sembramos” solo hay que volver atrás y preguntarse: qué nos enseñó la sequía? En esa respuesta, nacerán más herramientas, para seguir creciendo.
(*) Dedicado al Ing Guillermo “El Profe” Marrón
Escribir comentario