¿Cuándo tendremos un “mani pulite”?

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Hace 33 años, un grupo de fiscales de la ciudad de Milán, Italia, logró encarcelar y desterrar en el olvido a muchos reconocidos políticos y a otros personajes que habían sido, hasta ese momento, los personajes más visibles de la Primera República.

 

Hablamos del nada más y nada menos sistema político que había sido responsable del conocido milagro económico italiano. Aquel recordado esquema de acción, que llevó a ese país europeo de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, a ocupar el séptimo lugar entre las potencias económicas del mundo.

 

Sin embargo, a través del accionar de la Justicia, los representantes del “milagro” fueron prácticamente decapitados por las investigaciones judiciales que comenzaron a llover en el proceso conocido como de “manos limpias” o “mani pulite”.

 

La operación judicial estuvo en manos del fiscal Antonio Di Pietro que, con sus investigaciones liquidó a todo el sistema vigente desde la posguerra. Uno de los principales implicados fue Bettino Craxi, un histórico que varias veces fuera primer ministro de Italia, hombre clave en la reforma del socialismo italiano y que murió en el exilio, en Túnez, para evadir los tribunales.

 

Aquellos famosos casos, donde lo que se buscaba era el contraste entre el pensamiento de los que tenían las “manos limpias” y los otros, fueron muy específicos. Los juicios fueron por casos de corrupción pública, vinculados con contratos en áreas de servicios públicos con empresas privadas, pues mediante este sistema, se financiaban las campañas de los cinco partidos políticos.

 

¿Por qué traigo este recuerdo? Porque en nuestro país, a pesar de los resonantes casos que se vienen destapando desde hace mucho tiempo -a partir de la década del ’90- y de lo mucho que han trabajado algunos pocos fiscales y jueces que se cuentan con los dedos de una mano, los resultados siguen siendo paupérrimos e insatisfactorios con las condenas, donde muchas de ellas aún están a la espera de la confirmación de la sentencia definitiva. El resto de la Justicia tiene sus velas desplegadas de acuerdo con los vientos de la política.

 

La diferencia con el histórico “mani pulite” italiano es que éste nació desde la Justicia y en contra de la dirigencia política que, a pesar de haber salvado a Italia de la ruina como país, debía rendir cuentas a la ciudadanía acerca de los métodos empleados para llegar al mencionado fin, ya que al parecer el fin no parecía justificar los medios empleados.

 

Me pregunto y les pregunto: ¿Llegará el día en que como sociedad encontremos en la Justicia y su legitimidad un antídoto anticorrupción?

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