Un nuevo enfoque, para un país diferente

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Otra vez a jugársela, no se trata de cómo manejes, no está en juego ni la velocidad ni el horario ni las horas que creas que podés tardar, sabes que subís a la ruleta y que sea tu turno o no, ya no depende de tu propia suerte.

 

La neblina es intensa, la búsqueda suele ser o bien de un vehículo que transite a una velocidad parecida a la tuya, lo dejás pasar y lo usas de señuelo, para que quienes vengan de frente vean primero sus luces y allí tengas algún tipo de resguardo o la más segura aún, es atrás de un camión y a llenarse de paciencia.

 

A veces uno se harta de esto, por mucho que me lo expliquen, por más que se intente ser solidario, la construcción política de la Argentina ha sido injusta, despareja, poco inclusiva y cargada de corrupción y desmanejo. No me importan tus ideas, porque por más que me lo intentes explicar, quien se tiene que jugar la vida cada vez que sale a trabajar en las rutas argentinas, somos nosotros, ni vos ni tu idea populista, de que lo más importante sean las cloacas de la Matanza, las diagonales de La Plata y el subsidio a la luz, para los millones que seguramente “habrá colgados” en todo el conurbano bonaerense. A vos te importan ellos, a mí, los cientos de miles que día a día, salen a la ruta a generar lo que allá se gastan.

 

Somos un país fundido, lo cuenten como lo cuenten, no hay economista de la escuela que prefieran que difiera en el diagnóstico, hemos despilfarrado todo el capital y endeudado el país por años, para que unos pocos se la lleven y el resto haya vivido de migajas, no hemos invertido, no hemos progresado, no hemos construido absolutamente más que miseria, odio y brechas, con un capital cultural en crisis y una juventud que dejó de creer hace rato, que Argentina sea un país de oportunidades.

 

Por eso escuchar a un economista decir que el sector agropecuario dejó la friolera de 203 mil millones de dólares en concepto de retenciones, es  un insulto a todos los que alguna vez, sembramos la tierra, criamos un animal o produjimos algún alimento. Una burla, un afano, un verdadero disparate, un fraude si entendemos que absolutamente nada de todo ese capital extraido, volvió en un solo beneficio para el sector, nada, se la recontrafumaron y el interior productivo, se quedó afuera de todo, sino hoy, quienes transitamos la Ruta 3, la 33 o cualquiera de las Rutas llamadas de producción, iríamos mateando mansos bajo la neblina, en un doble carril.

 

Debatir en estos tiempos de quitar retenciones, creo para mi, es tener una mirada equivocada. Son tiempos de ajuste, son tiempos donde los costos y los insumos ganan el debate y hablar de quitar retenciones es dejar abierta aún más una grieta que debemos reconstruir en materia de pensamiento y entendimiento hacia el sector, donde sin quererlo, ha sido excesivamente generoso y solidario, a partir de ellas. Hoy, para mi, el debate debe focalizarse, hacia qué lugar deben ir las retenciones. Y ahí es donde lo primero que surge, es que gran parte de las mismas, deberían volver al sector, en rutas, en caminos, en servicios, en educación, en créditos, en inversiones, en energía, en comunicación, en reconstruir mediáticamente, lo que el propio estado cargado de una ideología destructiva, cultivo en la sociedad y hoy encima el campo, se tiene que hacer cargo.

 

Son tiempos difíciles, pero tiempos de cambio y el primero siempre, debe llegar desde quienes proponen el cambio, no esperar que los cambios ocurran. Por eso la frase es repetida pero una y otra vez, es necesaria ponerla en práctica: “no esperes resultados diferentes haciendo siempre lo mismo” y es ahí donde el enfoque del sector debe cambiar, en momentos donde difícilmente saquen las retenciones – e insisto, primero deberíamos debatir los efectos de eliminarlas, sobre todo para zonas de menor productividad que la nuestra donde podría ser paradójicamente contraproducente- y ser capaces de cambiar la mirada y discutir, qué hacemos con las retenciones y que le corresponden al sector de las mismas.

 

Nuestro país hace años dejó de ser federal y las rutas son un claro ejemplo de ello. Hay un viento de cola que viene desde un gobierno no político y sin ideas políticas, es el campo fértil para sembrar ideas diferentes, pero para ello, necesitamos un sector capaz de salir de sus propias miserias ideológicas, para luego si, erradicar las ajenas.

 

Hoy o mañana, saldrás nuevamente a la ruta con neblina, o con lluvia o con barro o con una arena que te encaje. El cambio, siempre, empieza por las propuestas, de protestas, ya estamos todos hartos.

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