Ricos en sueños, sin millones ni cucardas

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La tarde cae y es momento de desensillar y dar paso a unos mates para que la jornada poco a poco llegue a su fin. Las riendas colgadas en la rielera y parte de las pilchas del recado, quedan sobre los fardos, para que la charla, lo vivido y el stress de que todo salga como el patrón lo diagramó, son parte de la vivencia de otros de esos días que quedará para siempre en la retina de mucha gente que poco sabe de luces de cámaras, fotos, entrevistas y muchísimo menos, de grandes aglomeraciones de gente en el medio de su ámbito laboral.

 

Ernesto (*) el encargado es de pocas palabras, con la vista perdida en las últimas camionetas que pasan por la tranquera de salida, parece ensimismado, tal vez pensando en que todavía no está todo listo, habrá que armar los lotes por orden de compra, esperar los fletes según lo adquirido y poner el mayor de los cuidados para que ningún toro se lastime hasta ese entonces, ni que hablar de “las preñadas” con esos grandes tesoros que escuchó hace un rato a la pasada en uno de los lotes a venta, que había hecho “varios millones”, en eso de entrar y salir con un lote, el remate es “algo que te cuentan” dice en uno de los pocos comentarios, mientras los más jóvenes aún viven la excitación de una tarde llena de gente, grandes comilonas, carpas y una exposición a la cual solo están al desnudo, una vez al año.

 

La rutina será la misma a partir de mañana, habrá que recorrer los piquetes, dar de comer, hacer algún aparte y seguro que el patrón querrá ir loteando lo del próximo remate, “aunque ese no es acá” le dice a uno de los muchachos mientras revuelve la yerba para reavivarla.

 

Quién diría no? Allá en Corrientes más que chapucear en los bañados, arriar kilómetros para un encierre y aprender los artes del lazo, jamás se imaginó aprender de tiempos fijos, dispositivos, raspajes y otras medicinas, hoy a cargo de alambradores, gente de a caballo y siendo referente de Veterinarios e Ingenieros, que semana a semana, lo someten a preguntas, recorridas y encargues, en esto que significa estar a cargo del detrás de “escena” de una cabaña que da remates.

 

Quizás siempre lo supo por dentro, tal vez esa curiosidad de meterse a la manga y preguntarle al “doctor”, o ser ducho con las jeringas, ser el más apto en la capada o prolijo a la hora de las marcas y las caravanas, conocer cuáles son los pastos o hasta las plantas tóxicas, fueron preparándolo para lo que hoy quienes vienen de atrás en estos pagos lejanos de la pampa bonaerense, lo miren casi con admiración y entiendan que esas destrezas y su sabiduría, son un capital construido, no son azar ni mucho menos, ganados de manera casual.

 

“Probaste el lechón?” escucha a la pasada, “había de todo che”, es otro comentario, mientras que a la matera donde ellos comieron, llegaron algo de cordero, un guiso medio “pituco” y desde ya, el arroz con leche dos minutos antes de que salieran a comenzar a mandar los primeros toros de las ventas.

 

“Mañana no queda nada”, parece escupir Ernesto levantándose y viendo como los del “cátering” ya levantaron la carpa, un camión cargó las sillas y solo queda un fierrerio, dejando casi al desnudo lo que supo ser el ring de ventas y las tribunas. “Vamos, vamos, a guardar todo che que mañana a las 7 arrancamos” alienta a la peonada, a pesar de que a las seis estará la pava lista y el fuego prendido, pero sin luz de día en el invierno, más que matear y armar en la cabeza el laburo del día, mucho más no se puede hacer.

 

La tarde se queda casi a oscuras, por suerte en el puesto quedó el fuego prendido y seguramente habrá alguna sobra para picar y pasar por la ducha bien ganada. Tal vez como Ernesto, habrá otros cientos estos días, o los que irán a Palermo, los que tendrán otros remates, los que cada día, poco saben de ventas, de cucardas, de datos o de ventas especiales.

 

Los sueños de ayer, son los logros de hoy, esos que cuando termina un remate o una Expo o una jura, con ojos encendidos de pasión, de admiración, de curiosidad y de sorpresa por el día vivido, pasan cada día cuando “los de a caballo” dejan la pista de un corral o de un remate.

 

A ellos, el respeto, la admiración y como tantos “Ernestos”, el ejemplo a seguir para un país mejor.

 

En honor a Ernesto Ganduglia encargado de Estancias y Cabaña La Cassina

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