Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
Tal vez no sea el final, es probable que haya sido tan solo un adelanto –ojalá- pero lo cierto es que ya a pocos días, se respira otro aire. Es cierto que quienes tienen el privilegio, la suerte, la capacidad, la inteligencia, el valor, la espalda y lo que haya que tener para vivir en cualquiera de las “zonas núcleos” de nuestro país, quizás el año pasado llegaron apenas por un rato –porque créanme fue solo un rato para ellos- esto de atravesar una sequía, por eso quizás al menos por un tiempo –ya vimos en las noticias que es algo del pasado- hayan entendido de que se trata.
Llovió, si por lo menos en un extenso “barrio” complicado–diría González Montaner- llovió bien y esto en los inicio de Agosto, es verdaderamente oro en polvo. Primero porque corta una sequía feroz para muchos que ni siquiera en aquel Mayo, tuvieron la bendición de pasar los 10 mm y los últimos 20, lo acumularon en aquel temporal del 16 de Diciembre pero del 2023, que supuestamente se correspondía a las pocas lluvias de primavera, ya que las de otoño, tampoco habían estado.
Hoy hasta que todavía los privilegiados de las buenas aguas lo tengan presente, podemos aseverar que el único recurso infaltable para el campo, es el agua, el resto, son todas cosas menores, créanme, insignificantes. No hay mercado? Con lluvia, engordo, produzco, tengo rindes, calidad, recrío, tengo terneros, resiembro, fertilizo, hago coberturas, exporto, en serio, sin mercado, la línea de flote, siempre está arriba. El problema son las políticas? Las retenciones? No hay problema, por estos pagos, con 600 mm al año (piensen que entre dos años ni siquiera pudimos juntarlos) cualquier impuesto se compensa, los agravios no sensibilizan, si hay brecha veré cuando vendo y si el consumo está planchado, cambiaré el manejo de las categorías.
Todo, absolutamente todo, es capaz de tapar el agua. Hasta el más ineficiente, cosecha, hasta el que menos invierte, cosecha, quien da vuelta y erosiona todo en esta zona, termina cosechando. Si llueve, la preñez seguro mejora, aunque los toros los saque cuando me acuerde, aunque me hayan quedado los terneros del año pasado y los cuente como una excelente preñez de este año. Todo, no hay nada que no quede bajo el gran amparo de que “con yuyo cualquiera es brujo” y que absolutamente nadie que haya pasado por una sequía agónica, va a salir a discutir este precepto mágico.
Lógicamente de afuera todo siempre se ve fácil, “hagan reservas” dice algún insolente, cuando con menos de 200 milímetros en 10 meses, el único Reserva que se puede tener, es con una buena “cava de tintos”, el resto, es por la gracia de abrir la boca y el clásico, “hablemos sin haberla vivido”.
Tal vez a esta altura, suena a catarsis, no créanme “es catarsis”, es pura terapia de teclado, poder pegar un grito después de tanto ahogo, pero de tierra, porque hasta muchas veces hemos mirado con envidia a quien se inunda, porque el agua baja, y al día siguiente estás produciendo. Aquí, el agua cae, y con suerte faltarán 40-50 días de viento a favor, para empezar a producir, pero créanme, por aquí con estas lluvias, le corremos a cualquiera, que venga el mejor de donde quiera que venga, y en dos meses, nos están pidiendo disculpas.
Benditos productores del Sudoeste bonaerense, los que aprendieron hace años, a producir a la defensiva y que después de la peor sequía de la historia –fue esta, porque la del 2009 y las que me contaron no lo fueron- siguen en pie, con cultivos en marcha, con vacas preñadas y pariendo y en la línea de largada, para que si tienen mercados y políticas, estén a la par de cualquiera.
Ojalá este “punto cero” no sea una simple golondrina en el verano, pero mientras tanto, la sonrisa de oreja a oreja, habrá muchos que por unas cuantas semanas, difícilmente se les borre.
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