La información, un negocio secundario

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Qué poder tienen sobre nosotros las pasiones me pregunto muchas veces? La vida tiene estas cosas de que por casualidad, por recorrido o porque así lo fuimos forjando, muchos tenemos la ocasión, de vivir de lo que nos gusta, algo que suele ser por lo menos poco entendible desde la mirada ajena, cuando nos ven hacer cosas que con un poco de “cabeza fría” difícilmente haríamos. Y en ese sentido, transitamos muchos de los que hacemos “periodismo agropecuario”, o en general porque suele ser un rubro que conoce poco de horarios, rutinas, donde la diaria es estar en el lugar donde la mayoría querría estar, uno de los grandes “lev motiv” que impulsa la noticia.

 

Claro, la cosa se complica cuando esa información, la vivís rodeada de “pasionarios” por lo que hacen, cuando se mezcla todo, el negocio, la amistad, la tradición, el arraigo, las costumbres, todo parece un “mixturado” y en ese ámbito, después hay que intentar ser objetivo, cuando no siempre resulta fácil.

 

Hace pocos días estando en un remate, perdido en una clásica charla genética, de padres a utilizar en vaquillonas, de ese “amor” por el Angus colorado, ese verdadero culto a los datos de toros y otras cuestiones, un cabañero me dispara a boca suelta, “la verdad, es muy probable que yo me pierda de comprar una de las genéticas más importantes del país, pero como no tengo piel con el dueño de la cabaña, soy tan terco que no puedo comprar ahí, se que me equivoco, pero para mí los negocios y la amistad siempre van de la mano, estoy convencido que es un grave error, pero no se funcionar de otra manera”, se sincera justamente alguien que no solo hace un culto a la amistad en cuestiones que ahora abordaré, sino que pocas veces he visto tantas veces fotos de un fogón en las redes, tan participativo con gente comiendo todas las semanas en su campo, muestra de que lo dicho, no es solo una cuestión teórica.

 

Buen amigo es el título de un tango, de un tal Juan Carlos Marambio Catán, donde relata que a pesar de las vicisitudes, sufrimientos y golpes de la vida, el amigo siempre está, ahí intentando dar una mano en las difíciles. Pero “Buen amigo” increíblemente también se llama un toro, “todos los años venimos a comprarle toros al gordo –su amigo cariñosamente hablando-, se lo compramos temprano en Abril-Mayo para repasar animales estratégicamente. Uno de esos toros, va a la Expo de Primavera en Olavarría ya bajo nuestra propiedad, y el toro sale Reservado Gran Campeón y dentro del lote Campeón, por lo que rápidamente lo pide un centro importante para congelar semen, por lo que decidimos que el 50% del toro, debía regresar a su titular porque el mérito había sido todo de ellos, a pesar de la compra, correspondía de eso, porque el logro era del gordo y su equipo, por eso lo bautizamos “Buen amigo”. “A cambio, el gordo que sabía que otro toro de él se nos había muerto, nos regala el 50% de otro animal llamado el Pulenta, que hoy tenemos en copropiedad”, relata el cabañero en este ida y vuelta de gentilezas sin final.

 

Una historia como tantas otras que seguramente habrá en el sector, de amigos que no logran a la hora de los negocios, diferenciar relaciones de ganancias o pérdidas, en cuestiones que como un simple toro –no deja de ser solo eso- muchas veces la pasión no tiene precio, no tiene cucardas ni banderas, hay algo más, hay mucho más detrás de eso.

 

Por todo esto y mucho más, a veces nos preguntan a quienes andamos kilómetros de distancia, dormimos pocas horas, laburamos a contramano, cómo es posible que pongamos la pasión  o las ganas de hacerlo, simplemente, la respuesta la encontramos en donde surgen las noticias, donde nace la información, en un sector donde los negocios en su mayoría de las veces, corren por una calle paralela. Por eso, por eso y mucho más, el periodismo agropecuario, no es todo lo que está a la vista, porque justamente detrás de cada evento, de cada campo, de cada supuesto negocio, hay historias que quienes estamos ávidos de encontrarlas, nos permiten disfrutar cada día, de un laburo que generalmente, tiene poco de lo que se llama “trabajo”.  

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