Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo
El sol cae a plomo. El aire también está cargado de calor y el viento norte lo agrava aún más. Él, con un sombrero de ala ancha, de donde sobresale una cubrenuca y munido de ropa rústica, está agachado sobre la espiga y sus manos sostienen una pinza de depilar. Con paciencia manipula la espiga, sacándole las anteras, donde se produce y libera el polen. Luego la cubre con un sobre y, pacientemente, deberá esperar un par de días, para descubrirla y verter sobre el aparato reproductor femenino el polen de otra espiga seleccionada. Esta técnica es reproducida constantemente en cada una de las parcelas que han sido elegidas previamente buscando que la naturaleza haga lo suyo en ese entrelazamiento de padres con ciertas características para que en las selecciones posteriores se busquen patrones de cantidad, calidad y sanidad.
Así comienza el proceso para encontrar una variedad de trigo -que sobrevendrá después de muchos años de selección- en el Criadero de Cereales que la Asociación de Cooperativas Argentinas posee en cercanías de la localidad de Cabildo.
El proceso antes descripto se viene haciendo desde el año 1976, cuando los ingenieros agrónomos Hans Olsen y Rubén Miranda, sembraron el primer campo experimental en un campo prestado por un productor asociado a la Cooperativa Agrícola Ganadera e Industrial Sombra de Toro de Cabildo.
Ambos, agachados sobre cada una de las parcelas, iniciaron un camino que hoy tiene herederos genuinos: un puñado de hombres y una dama que hoy repiten sin cesar no sólo la técnica de castrar y luego polinizar espigas, sino también la de tomar datos, observar el comportamiento y hacer el seguimiento de las posibles futuras variedades.
Esa labor paciente y en equipo, también se hace en otro campo experimental en Pergamino, donde el Laboratorio Biotecnológico y utilizando la tecnología de doble haploides, pueden reducir el tiempo para lograr una variedad que luego será sembrada por los agricultores.
Para llegar a un material que aporte cantidad, calidad y sanidad que dé satisfacciones al productor, al molinero, al exportador y al importador, se necesita paciencia y sabiduría; atención y observación; tecnología y desarrollo; capital de trabajo e inversión; personas capacitadas y pasión. Sin estas variables no se pueden concebir trigos que hagan historia en la agricultura.
En esta apretada reseña he querido hacer un pequeño homenaje no sólo a los técnicos y colaboradores que trabajan hoy en el Criadero de Cereales de ACA, con quienes compartimos el viernes su labor junto a un grupo de representantes de Cooperativas de la región, sino también a la memoria de dos queridos profesionales que hicieron historia en el fitomejoramiento de cereales: Ingeniero Agrónomo Hans Aage Olsen, un dinamarqués que se mimetizó en estas tierras y fue el creador de destacadas variedades de trigo y cebada; e Ingeniero Agrónomo Rubén Miranda, de quien el pasado miércoles 30 se cumplieron cinco años de su fallecimiento, profesor universitario, creador de destacados trigos, director y maestro de una generación de técnicos y colaboradores que hoy siguen sus pasos en el Criadero de Cereales ubicado a la vera de la Ruta 51, Kilómetro 710.
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