Autoprofetas del fracaso

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Por qué no? Fue la respuesta Por qué motivo siempre el resultado debería ser el mismo? Es raro, tendemos a convencernos de que lo imposible es imposible y que nada puede cambiarlo. Por costumbre, por malas experiencias, por haber visto una y mil veces la misma película, nos convencemos de ante mano que el mal resultado está asegurado y que la película nunca termina bien, como decían antes, “el bueno muere siempre y el malo se queda con la chica”. Derrotistas, creadores de nuestros propios malos finales.

 

Sin embargo, siempre como dice mi amigo Gustavo, existe el “enano justificador”, ese que nos impulsa una y otra vez a creer en lo imposible. Acaso yo pregunto: alguno de todos estos “sabelotuti” que pululan hace mil años dando clases de economía y política, creían hace un año que el dólar oficial iba a igual al blue? Ahora todos ponen mil justificaciones, que lo pudieron hacer “por esto, por aquello, por lo otro, pero igual estamos mal, remal”, aunque yo digo les falta agregar, “casi tan mal como cuando estábamos nosotros que hacíamos todo mal pero además intencionalmente, para que al país le vaya bien mal”, esa es la parte que no dicen.

 

Hoy, la saben todas, “Milei hizo trampa, por eso nos está empezando a ir mejor”. Ni un pendejo de diez años tendría una respuesta tan carente de cerebro, por eso, tal vez lo imposible exista.

 

Hoy los ganaderos son el mejor ejemplo de años de miseria, de chocarse mil veces con la misma pared, de despertarse siempre de un sueño imposible. “Y qué pasa si esto no es solo el clásico reacomodamiento de Diciembre? Imposible” responden todos. No hay manera de que no pase lo que pasa siempre, es una aseveración, es una autoprofecía cumplida, nos tiene que ir mal y punto, ya está escrito y firmado.

 

Sin embargo hay cosas dando vueltas, donde nadie sabe que pasa con el stock, que pasa con la faena, cuál es la verdad del consumo, si son los precios, si hay un cambio de cultura, si la exportación, si habrá mejores precios internacionales, todo, absolutamente todo es posible, pero tal vez si esto perdura, tal vez eso imposible, pueda ocurrir. Pero primero, por una vez, por una sola vez, tendríamos que empezar a creer que sea posible, ese sería al menos un comienzo.

 

Esta semana escuchamos al presidente hablar de nuestras exportaciones, pero es lógico, el mundo funciona de esa manera: para poder crecer en exportaciones, para poder negociar con el mundo, hay que estar inserto en el, hay que negociar con el y hay que intercambiar con el, algo que durante años, el populismo se encargo de destrozar. Qué significa, que hay que importar, le guste a quien le guste, para que te compren, tenés que comprar, es así de simple. Y no hay que temer competir, aquí todo el mundo está acostumbrado a no hacerlo, a que las rentabilidades no se tocan, o ganas mucho o nada, no existe el término medio. Por eso, lo primero que hay que hacer, es comenzar a creer que es posible, comenzando por casa, por cada uno de nosotros, en lo que hacemos, en lo que deseamos, por qué no, en lo que soñamos, no existe “el mañana” si no hay un pensamiento en “el”.  

 

Hoy transitamos caminos desconocidos, una inflación al menos controlada, un dólar en baja, un mundo que al menos se fija en nosotros, pero mientras tanto, tenemos que lograr que aquellos que derrumbaron esto una y mil veces, no nos llenen la cabeza de humo, que primero arreglen sus cuestiones, con la justicia o con quien sea y dejen de imaginar persecuciones que solo fueron creadas por sus propios malos hábitos.

 

Y por qué no? Vuelvo a preguntarme y vuelvo a preguntarles? Quién dice que no se puede? Quién firmó que este es el final eterno y que siempre que las cosas fueron así, terminan así? Para nada, somos dueños y creadores de nuestro propio destino, no dejemos que absolutamente nadie nos convenza de que asi fue siempre y así será. Hay un futuro nuevo esperando, de nosotros depende hoy mismo, empezar a construirlo.

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