Reflexión de un nacimiento

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El martes estaremos celebrando la Nochebuena y el miércoles la Navidad, el nacimiento del Niño Jesús, que nos invita a cada uno de nosotros a renacer a una vida que tenga un sentido perdurable.

 

La Navidad nos convoca a centrar nuestra vida en valores inalterables al tiempo, como la honestidad, el honor, el respeto por los demás. También, a cultivar la dignidad, el desinterés y el estoicismo frente a la adversidad.

 

Ese nacimiento ocurrido hace más de 2000 años nos vuelve a invitar -como nos recuerda Ernesto Sábato- a no atrofiar “las capacidades profundas del alma, tan entrañables a la vida humana como los afectos, la imaginación, el instinto, la intuición para desarrollar al extremo la inteligencia operativa y las capacidades prácticas y utilitarias”.

 

Esta Navidad nos convida a compartir no sólo el pan con el más necesitado, con nuestro prójimo, sino, además, el diálogo abierto, sincero, e infinitamente humano.

 

El pesebre que recibió al Niño Dios nos debe hacer recordar la humildad con la que tenemos que transitar durante nuestra existencia.

 

Una vez más, esta Navidad nos debe poner frente a frente a la inmoralidad que surge de las entrañas de nuestra sociedad, donde lo más notorio y lo más notable es la política, donde lo que se destaca es la endémica crisis de ejemplaridad. Pero, no es más que la punta de un iceberg que tiene debajo de la línea de flotación una gran masa de cosas que forman parte de la cúpula que está expuesta y que a veces no se ve o no se la quiere ver.

 

De allí que, una vez más, esta fecha nos haga reflexionar como pueblo sobre la ardua tarea moral que tenemos por delante, que es mucho más importante que la reconstrucción económica. Sin bases morales y sin justicia ningún “milagro” económico y social es perdurable.

 

¡Feliz Nochebuena y Navidad en Familia!

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