Esta semana se verá la estrella de Belén y no volverá a aparecer hasta el 2080

Se trata de una conjunción planetaria, un evento en el que varios planetas

se alinean y parecen formar una única luz brillante.

La estrella de Belén, mencionada en el Evangelio de Mateo, es descrita como un fenómeno celestial que guio a los Reyes Magos al nacimiento de Jesús. Este relato ha generado siglos de debate entre teólogos y astrónomos, quienes han planteado diversas teorías sobre su naturaleza. Algunas hipótesis incluyen un cometa, una supernova, una conjunción de planetas o simplemente un símbolo teológico sin base astronómica.

 

La teoría más aceptada sugiere que la estrella de Belén fue producto de una conjunción planetaria, un evento en el que varios planetas se alinean y parecen formar una única estrella brillante. Un fenómeno similar ocurrió en diciembre de 2020, cuando Júpiter y Saturno se alinearon estrechamente en una "gran conjunción", creando una ilusión que captó la atención mundial. Este tipo de evento es extremadamente raro y no se repetirá hasta el 15 de marzo de 2080.

 

La "gran conjunción" de 2020 alcanzó su máximo esplendor el 21 de diciembre, con Júpiter y Saturno separados por menos del diámetro aparente de la Luna llena. Aunque estas conjunciones se producen cada 20 años, una alineación tan cercana y visible es excepcional. Según el astrónomo Patrick Hartigan, una conjunción similar no ocurría desde 1226, lo que resalta su rareza e importancia astronómica.

 

Otras teorías sobre la estrella de Belén incluyen la posibilidad de que fuera un cometa, como el cometa Halley, o una supernova. Sin embargo, estas hipótesis presentan limitaciones. Los cometas eran considerados malos presagios en la antigüedad, lo que contradice el simbolismo positivo de la estrella de Belén. Por otro lado, no hay registros históricos de supernovas coincidiendo con el nacimiento de Jesús.

 

En conclusión, la hipótesis más plausible es que la estrella de Belén representara una conjunción planetaria excepcional, interpretada en su tiempo como un evento trascendental. Este fenómeno conecta astronomía y astrología, mostrando cómo las alineaciones celestes podían tener significados culturales profundos. Mientras tanto, eventos similares, aunque raros, ofrecen a las generaciones actuales y futuras la oportunidad de admirar espectáculos únicos en el cielo nocturno. (Clarín)

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