Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo
Última columna de este 2024. En algo más de 48 horas estaremos transitando un nuevo año que se abrirá paso en nuestras vidas con esa inexorable vorágine que nos envolverá durante los próximos 365 días.
Cada año experimentamos y somos testigos del acrecentamiento de nuestra madurez existencial. Quiero decir que, al igual que millones y millones de personas en el mundo, asumimos la faena de vivir la vida con coraje y plenitud, porque la existencia es una tarea insoslayable en donde nuestra valentía y nuestra lucidez tienen todo que ver con los resultados de la empresa. Toda vida noble exige nobleza; toda existencia alta demanda altura de miras y procedimientos.
Nuestra vida necesita propósitos acompañados por una cuota de esperanza.
“La desesperación -nos señala el Padre Mamerto Menapace- no es un camino sin salida. El camino sin salida es el del desanimado. El de aquél que ha perdido el coraje de seguir peleando porque la existencia le ha lastimado la esperanza. Y la desesperación superada, eso es la esperanza”.
Cada vida, mi propia vida, tiene un sentido. Vivirla es lo que nos permitirá ser. No importa cuántos bienes tengas acumulados a lo largo de tu vida; lo importante es ser. Y ser, es el porqué de nuestra existencia, de tener amigos, de compartir lo mucho o lo poco, de saludar, de ser amables y estar al servicio de nuestro prójimo.
Eso es lo único que les deseo para el venidero 2025. Que nos humanicemos más, que pensemos y actuemos en función del servicio. Ser, sobre todo, y no parecer. Hasta la próxima.
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