Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
Con esa frase Los Piojos, describen la esencia de una naturaleza, que particularmente en Bahía Blanca nunca entendimos. “Dios perdona, el hombre a veces, la naturaleza nunca”, termina su frase para algo que claramente, anda dando vueltas por aquí.
Qué palabras ponerle a la desgracia? Cómo describir situaciones que pasan todo límite de lo imaginado? Hasta cuándo debe ser la pregunta de muchos que aún ven como el agua, se niega a escurrirse de sus hogares? Por qué a mí? Se preguntarán muchos como buscando alguna explicación a esta costumbre a la que nos somete la llamada “Tierra maldita o del Diablo” esa que entre mezcla de maldición de una mujer o para otros simplemente así lo sentían sus primeros habitantes, una y otra vez refrenda sus títulos, no simula por un instante que no le hará nunca fácil la vida a sus habitantes.
Mucho se podrá decir, si La Niña no fue, si el Niño no se hizo cargo, si fue el cambio climático, si el clima realmente está loco, pero lo cierto es que por aquí pasan cosas que en otros sitios no. Lo vivimos en la inédita “Turbonada”, lo refrescamos hace un mes con una pedrada pocas veces vista, lo repetimos ahora, con 300 mm –más menos no hace a la diferencia- caídos en menos de 7 horas, para una ciudad que suele promediar 500 al año, no fue el caso de 2023 o 2024, tras una sequía feroz, donde la naturaleza pareció de repente devolver todo lo quitado en “un solo pago”.
Las preguntas deberán continuar, si esto fue solo producto de la naturaleza, más allá de que es muy cierto que “ni Venezzia” debe estar preparada para semejante aguacero en tan pocas horas. Sin embargo, la desidia del hombre, su ignorancia, su constante incapacidad de ver la naturaleza, muchas veces le impide ver “lo obvio”, lo que a simple vista no hace falta pensar demasiado, sin embargo, pasaron 196 años desde la creación de aquel fuerte y nadie parece haber reparado en cómo se conformó la ciudad, cómo creció, donde se fueron dando las construcciones, qué había en donde hoy vemos algunos barrios y todavía quedan vestigios de que allí hubo no solo terrenos. (*) Nota: hace 13 años el Conicet hizo un estudio previendo que esto podía ocurrir.
La recorrida por la ciudad puede sorprender si alguien mira en los “altos” de la misma, algunos aún terrenos baldíos. Juncos y totoras por ejemplo, aún resisten en la Juan Manuel de Rosas y uno se pregunta, donde irían y qué contendrían esas lagunas que hoy se cubrieron de escombros primero y luego fueron terrenos y hoy construcciones. A nadie nunca le llamó la atención que uno de los “hermosos paseos” y cientos de viviendas se construyeran en los márgenes “de los cauces” de dos arroyos? Si es cierto, existe un derivador, existen compuertas, etc, etc, pero alguna vez se probaban, se usaban, se mantenían, se realizó alguna medición sería de qué pasaría ante una crecida fuera de lo común? Preguntas nomás de alguien que se resiste a ver las ciudades como una foto, cuando la película debería siempre obligarnos a ver qué naturaleza había debajo, porque tarde o temprano, con cambio climático que ocurrió sin el hombre y con el hombre –más allá de que algún daño hacemos- la naturaleza buscará su cauce –vaya frase usada siempre para el agua- y eso es lo que hizo el último día viernes, simplemente fue donde tenía que ir y si algo o alguien se interpuso, no hubo ni furia ni enojo, simplemente buscó su cauce. La pregunta es, aquellas lagunas de arriba, aquel gran cause que hoy tiene canchas de fútbol y un golf, aquella naturaleza que alguna vez les habrá mostrado sus formas, alguien las habrá visto? Preguntas, seguramente alguno las escuchará con dolor y hasta enojo por hacerlas, pero la verdad nunca duele, lo que no tiene es remedio y para muchos, lamentablemente ya no lo tiene.
Y así vamos, ciudades a la vera de volcanes, otras construidas casi encima de mares –”ay Monte Hermoso que cerca están tus edificios…”.-y Ríos y otras tal vez como la nuestra, en medio de un pozo cuyo drenaje de toda una región, se la encuentra a su paso camino al mar. La culpa tal vez no es del loco Estomba, que ya en aquel tiempo para muchos no era muy confiable. La mirada errónea es la nuestra, la que pronto a cumplir 197 años, todavía no entendemos, en qué lugar vivimos. La ciudad no es lo que hoy hay arriba, sino lo que siempre hubo abajo y tarde o temprano, si no aprendemos a volver a mirarla, como el último viernes, de un sacudón nos sacará de encima.
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Susana (domingo, 09 marzo 2025 10:34)
Un estudio de investigación del año 2012 ,del CONICET ( tan degradado y desfinanciado y no reconocido a sus Científicos por este gobierno) , ya alertaba por una inundación de gravedad..