Un vuelo, con sueños cumplidos

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Silencio, parece hacer ruido por un rato. A lo lejos, el “tintinar” de la canaleta deja el recuerdo de un chaparrón que pasó a cielo despejado, ese que con Luna llena igual se hizo presente, en esta nueva modalidad de que cada nube que atraviesa la zona, “parece tener derecho a lluvia”. Silencio, a lo lejos me parece escuchar el ruido de la perra respirando fuerte, entre-dormida disfrutando de su acolchado en la cocina.

 

No logro sacarme de la cabeza mil charlas, debates, motivos, historias, recuerdos, relatos, risas de anécdotas contadas y una vida entera que pasa por delante sin haberla conocida demasiado, pero teniendo de amigo al mejor protagonista de la misma, esa que le fue dando peso, le fue poniendo historia, la fue nutriendo, fue haciendo de un sueño realidades, para que en su propia vida, el pudiera vivir lo que no pudo, eso que se llama trascender en otro.

 

Existen mil historias de estas por contar, pero esta no es una más, habla de esfuerzos, de amores, de esperanza, de ilusión, de penas, de lucha, de sueños, de fracasos, en ellas se entrelazan amistades, conocimiento, estudio, negocios, ventas y liquidaciones, compras, tecnología, ciencia, mucha cabeza, pero siempre con el corazón en la mano y eso, es la firma imborrable de un lugar en el mundo, llamado “El Tototoral”.

 

“Buen día papá está en coma .. No hay nada por hacer, no es operable. Además tiene insuficiencia renal .. 91 años y medio. Ha tenido una buena vida. Solo resta acompañar hasta el final, todas las noches me quedo en el hospital, mis hermanos el resto del día.

 

” La ley de la vida ” está golpeándome en la puerta. La seguridad de haber sido un  buen hijo, alivia algo. Comienzan a caer la catarata de recuerdos , desde niño , cuando me hacía las carátulas de cada mes para el colegio,  cuando jugaba al fútbol y siempre estaba allí, mirando los partidos, o en la subcomisión de fútbol ayudando. El fue el que  me inculcó el  amor por el campo, el ejemplo de  cultura de trabajo, de valores, de honestidad. El que siempre estuvo al lado nuestro para todo, la persona a la cual le contaba todo lo que me pasaba  y siempre me escuchaba y aconsejaba….esa persona, se ha ido.

 

Que afortunado he sido, poder compartir tantos años . Y sobre todo los últimos, aprendiendo a disfrutar cada momento juntos. El mismo pudo comprobar que mi promesa que ” El Totoral no va ser una tapera “, la he cumplido, por eso basta ver su foto en una jornada de sorgo hecha en el campo hace 10 años, es así como quiero recordarlo” dice nuestro gran amigo Gustavo Almassio, refieriéndose a Rubén, su papá que ayer emprendió su viaje, ese que desde hoy extrañaremos en sus recuerdos.

 

Silencio, solo el teclado rompe la monotonía de la noche. Quisiera salir en un vuelo imaginario para darle un gran abrazo y pedirle que me cuente otras historias, que me diga qué se siente, eso de cumplir sueños ajenos, eso de “jugársela” dejando todo para ir atrás de ese legado y cumplirlo.

 

Habrá mil mañanas más detrás de esa ventana que da al campo, esa que tiene los eucaliptus gastados por tormentas y ovejas y terminan en el arroyo que da nombre a la casa. Habrá largos mates de recuerdos, habrá cocina a leña en unos días encendida, habrá sueños cumplidos, porque a veces los hijos logramos esas cosas y Gustavo, cumplió sueños, propios y de Rubén.

 

En estos días tendrá su bandera a media asta, pero la satisfacción de que desde ese lugar del mundo, hubo una historia que recorrió el país entero. El Totoral será por siempre, el campo de los sueños cumplidos.

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